Reflexionando

La vida en la tierra es como estar en una escuela, donde las almas llegan y se van, todo con el fin de aprender y reconocerse a si mismas como parte de la divinidad. Todos y cada uno de los seres aquí, estamos de paso, viviendo experiencias de todo tipo. Algunas nos llevan a conectar con el mas profundo bienestar y otras nos llevan a la mas terrible angustia. Viviendo así en una danza entre la luz y la oscuridad. Nadie escapa a esto en este plano de existencia. Al momento de partir, el alma continua su misión. Al final llegara a la luz del Todo/Dios. Es como un nuevo amanecer, un nuevo despertar. Por el contrario, de los que nos quedamos en este planeta, que lo vivimos como un mal sueño, el cual parece no tener fin. ¡Sin entender el porqué de la muerte! El vacío que nos deja es profundo y difícil de aceptar. La aceptación es la Gran Tarea, algo difícil de entender los primeros días de una perdida. ¿Por qué lo vemos como perdida? Sera que estamos de alguna forma, aprendiendo sobre el soltar? ¡Que aprendizaje tan difícil y lleno de laberintos, que son imposibles de resolver! La culpa llama a la puerta, los porques retumban como truenos en nuestro interior y derrumbarse es lo único que da algún alivio. No entender, es válido… el extrañar es válido… llorar es válido… amar por siempre también es válido… Somos chispa de lo divino, por lo mismo, sabemos en lo más profundo de nuestra alma que nos volveremos a encontrar. Morir es vivir. La muerte solo es real para quien no cree en el Gran Espíritu, pero para quienes creemos en la Divinidad sabemos que la vida aquí es solo un paso. Nos volveremos a encontrar, nos volveremos a encontrar, ¡nos volveremos a encontrar! ¿Que nos enseña pues la muerte? Nos muestra lo rápido que pasa el tiempo, que amar es la solución a nuestros problemas, que decir un hola siempre es bueno, que en la unión esta la fuerza, que hay vida después de la muerte, que solo existe el aquí y ahora en la tierra, que somos uno en la luz… La muerte es transformación, es perdón, es despertar.

Todos somos uno en el amor!

Michelle I. Rojas de Jesús