Uno de los desafíos más significativos en el camino hacia el autoconocimiento espiritual es la honestidad con uno mismo. A menudo, nos encontramos predicando o expresando creencias que no reflejan realmente nuestra vida cotidiana. Esta discrepancia es evidente en diversas prácticas, tanto espirituales como en nuestras vidas profesionales y personales. No pretendo juzgar a nadie, ya que la primera persona que debe autoevaluarse soy yo misma. Pero deseo destacar esta situación que a menudo obstaculiza nuestro progreso espiritual. En ocasiones, creemos estar listos para enseñar conceptos y prácticas de los cuales no estamos completamente seguros. Esto se convierte en un problema en el ámbito espiritual, ya que la falta de una práctica constante socava la credibilidad de lo que compartimos. Entonces, ¿cómo sabemos si realmente funcionan?
Es hora de examinar nuestros propios pasos y dejar de asumir que somos los salvadores del mundo. En lugar de eso, debemos dedicarnos a la contemplación de nuestro ser interno, explorar nuestras emociones, pensamientos y acciones. Nuestra tarea consiste en llevar la esencia del cielo a la tierra y convertirnos en una fuente de luz en nuestro propio camino. Puedes estar seguro de que, a medida que te conozcas a ti mismo, tu luz irradiará hasta los rincones más remotos de la Tierra. Es hora de reconectar con nuestras partes fragmentadas y regresar al templo más sagrado: nuestro propio cuerpo.
En este viaje, debemos equilibrar la enseñanza con la práctica, convirtiéndonos en nuestros propios maestros. No debemos olvidar nutrir la humildad, la compasión y la comprensión amorosa, ya que esto nos permitirá comprender los desafíos y los tiempos de nuestros semejantes.
Que la bendición acompañe tu camino.
-Michelle I. Rojas de Jesús
Muy cierto, palabras sabias 💗
Gracias mami! te amo