Reiki en la actualidad
Las prácticas espirituales han evolucionado con el tiempo, y es crucial adaptarlas al contexto en el que vivimos, sin perder su esencia original. Sin embargo, cuando nos aferramos rígidamente a ciertas creencias o formas de hacer las cosas, corremos el riesgo de convertirlas en dogmas. Un ejemplo claro de cómo las prácticas cambian con el tiempo es observar rituales antiguos como los sacrificios humanos o animales, que en su momento se consideraban profundamente espirituales y necesarios. Hoy, con un nivel de consciencia diferente, esas prácticas ya no tienen lugar en la mayoría de las culturas. Esto no significa que debamos olvidar las raíces de estas enseñanzas, pero sí que debemos contextualizarlas para que resuenen con el presente. Cuando hablamos de energía y sanación, es importante recordar que nuestra mente tiende a buscar certezas, y eso puede llevarnos a creer que hay una única manera correcta de practicar algo. Esto puede ser especialmente evidente en disciplinas como el Reiki, donde algunas personas creen que solo las formas tradicionales y presenciales son válidas.
La resistencia al cambio y el miedo a lo nuevo
El cambio siempre genera resistencia, tanto a nivel personal como colectivo. A lo largo de la historia, los grandes innovadores —aquellos que desafiaron las normas establecidas— enfrentaron rechazo, castigo e incluso la muerte. Esto ocurre porque lo nuevo desafía nuestras certezas y nuestro sentido de seguridad.
En el mundo actual, donde todos tienen una plataforma para expresarse, es común ver cómo cada quien defiende su verdad como absoluta. Pero ¿qué pasaría si los antiguos sabios hubieran nacido en nuestra época? ¿Serían iguales o diferentes? Quizá usarían herramientas modernas y adaptarían sus enseñanzas a las necesidades y retos del presente.
La sanación: un camino individual
En el ámbito de las terapias holísticas y espirituales, a veces olvidamos que la sanación es un proceso profundamente individual. Cuando alguien se posiciona como «el gran maestro» que viene a salvar a otros, corre el riesgo de ignorar la autonomía de las personas y la capacidad de cada uno para encontrar su propio camino. La idea de que solo se puede acceder a la energía Reiki mediante iniciaciones presenciales refleja este miedo al cambio. Pero el ser humano moderno tiene la capacidad de conectar profundamente consigo mismo, incluso a distancia o de manera virtual. Las herramientas pueden cambiar, pero la intención y la conexión interna siguen siendo las mismas.
El proceso de iniciación, más allá de la ceremonia o el método, es un acto profundamente personal. Cada individuo recorre su camino espiritual de manera única, y nadie más puede recorrerlo por él. Por eso, en lugar de imponer límites a las formas en que estas prácticas pueden evolucionar, deberíamos celebrar la diversidad de caminos y respetar las decisiones individuales.
Hablar de espiritualidad también es hablar de nuestra relación con el universo, de dar y recibir en equilibrio. Cuando damos demasiado o no sabemos recibir, generamos desequilibrios, tanto en nuestro cuerpo como en nuestra vida. Lo mismo sucede con las prácticas espirituales: si nos aferramos al pasado o rechazamos el cambio, dejamos de fluir con la energía del presente.
Reiki no es una religión, ni debería convertirse en una. Es una herramienta para reconectar con nuestra esencia, sanar y crecer. Su práctica puede adaptarse al contexto actual sin perder su profundidad. Al final, lo importante no es el formato, sino la intención, el respeto y la conexión que cultivamos en nuestro camino espiritual.
Espero que este artículo te haya invitado a reflexionar sobre cómo podemos encontrar un equilibrio entre la tradición y la evolución en nuestras prácticas espirituales. Al final, cada uno de nosotros tiene el poder de decidir qué resuena con su esencia y su camino. Gracias por leer y ser parte de esta conversación.
Con cariño,
Michelle Rojas